La palabra testamento procede del latín testario mentís lo que se traduce como testimonio voluntario, qué se supone una persona puede establecer en vísperas de su muerte para dejar un legado acerca de cómo quiere que sus bienes patrimoniales sean distribuidos llegado este crucial momento.
Existen varios tipos de Testamento: los abiertos que se llevan a cabo ante un notario y con presencia de Testigos, que certifican la idoneidad de la persona que lo escribe, los cerrados en los que los contenidos de la voluntad del testador no se exponen y quedan custodiados hasta una fecha ya establecida, siendo elaborados en presencia de un abogado o notario y los testamentos ológrafos que suelen ser certificados por un perito calígrafo.
¿En qué consiste?
El testamento ológrafo es un documento de carácter privado que se realiza de puño y letra del testador, solamente puede ser elaborado por personas mayores de edad y para que sea válido todo lo que está en él debe ser escrito a mano y firmado por su autor además con la fecha de año mes y día en qué ha sido elaborado.
Este puede ser dejado en custodia alguna persona que sea familiar, un notario, abogado, o apoderado que deberá presentarlo a un juzgado en cuanto se tenga noticias de la muerte de la persona que ha elaborado el testamento.
En este caso del juez tiene 10 días para verificar la autenticidad del mismo, allí es donde interviene un perito calígrafo, pues él debe certificar que el documento total se encuentra sin modificaciones falsificaciones o situaciones que pongan en duda su autenticidad.
Esto implica que el testamento ológrafo deba ser cotejado para lo cual se requiere que un perito calígrafo verifique no solamente su autenticidad sino también si el autor lo ha realizado por voluntad propia y sin ningún tipo de presión.
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